Medias luces indirectas, muros de colores obscuros cuya separación y ubicación, logran dar forma a un túnel, y todo esto evoca recovecos. Hay silencio en la sala – o al menos ese día que no era un domingo, así lo había -
Aunque parece que toda esta “escenografía” es parte de la exposición, hay una atmosfera un tanto misteriosa que no viene incluida con la preparación para la obra; la misma, que al mirar el primer cuadro de Doménicos Theotocópoulos, mejor conocido como El Greco, se hace completamente inminente.
La luz y su ausencia como contrapartes y al mismo tiempo como complementos, son dos de los elementos que prevalecen en los cuadros de esta exposición. Las influencias de El Greco son evidentes en sus pinturas: Tiziano y Miguel Ángel. Rostros melancólicos y completamente espirituales. El plano celestial está la mayor parte del tiempo presente. Una luz que viene del cielo y parece recoger al personaje que aparezca en el cuadro
Y no es casualidad, la época y los espacios en los que vivió El Greco tienen que ver con estas características. El llamado manierismo engloba sus pinturas, las caras, las manos, las piernas y las poses salen fuera de la realidad, nos llevan a otra escena que sólo puede provenir de la imaginación y genialidad del autor y verse plasmada en sus obras. Curvaturas extrañas, ojos nostálgicos, una gran exaltación hacia lo espiritual.
Parte encargo, parte trabajo y parte la pasión del Greco. No es difícil contemplar todos estos detalles al admirar algo de su trabajo. Los fondos son lúgubres y sin embargo la iluminación de los personajes es todo lo contrario, resaltan. Las ropas y los detalles son llamativos aunque los colores no son precisamente brillantes, hay un uso de rojos y azules.
Estos "túneles” ubicados dentro del Palacio de Bellas Artes nos trasladan a otra época, son pasos a través del tiempo, a través de la mente del autor. En lo personal me trasladan espiritualmente, no busco realidad, aunque la hay, es una realidad psicológica de los personajes, situaciones, y elementos de los cuadros aquí dispuestos. Es una realidad psicológica de Doménicos.
Regreso a las manos, los dedos alargados, los tendones marcados, puedo casi ver hasta las venas. Casi blanco, iluminado, contraste y embrujante. Esa es la dosis que me da el Greco hasta el momento.
El manierismo tiene diversas expresiones, sin embargo la manera en que El greco y su trabajo lo plasman evidenciando la influencia de Toledo, de la religión y de los trabajos por encargo, sin duda alguna marcó la historia de la pintura en España proveniente de varias regiones pero finalmente volcada para el mundo entero.